¿Buenas acciones? No, thank you. (Rsv Miranda)

Una universidad. Psicología. Este iba a ser un buen año en el UCS Eissen. Yo sonreí, Ian Badly.. Badly. Me encantaba el apellido que me había puesto. Me venía bien. Miré a mi alrededor. Estaba en el Edificio Principal. ¿Y que hace un demonio allí? Fácil. Molestar. Y algo que me encanta es molestar... ángeles. Sobre todo a los nuevos. Y si son del sexo femenino, mejor. Las mujeres son uno de los grandes inventos de este planeta. Eso pienso.
Una chica acababa de entrar en el comedor. La “presa” no necesitaba ese lugar, ya lo sabía, pero había que mantener las apariencias. Aparte de que era agradable comer, aunque no se necesitase. Antes de que la puerta se cerrara, entré por ella. La chica se giró al oírme. Sonreí maliciosamente.

Todo el día de un lado a otro no era lo mejor de una universidad, eso seguro.
¿Cómo puede ser tan grande? Debe de ser como Seattle entera... Se dijo Miranda, frustrada. No es que un ángel se dejara llevar por las emociones como un simple humano, pero eso podía con ella. Aparte de que llevaba más de 10 años en un cuerpo humano. Eso te hace cambiar. Suspiró, disgustada. Entró en el comedor, buscando un vaso de agua.
Ok... no lo necesito. Pero algo tendré que hacer. Ya he echo los deberes... ¿Porque me doy excusas? Si, un cuerpo humano afecta a un ángel.
Un sonido la sacó de sus pensamientos. Pasos. Respiración. Una respiración innecesaria. Miranda se giró rápidamente. Un chico atractivo la miraba con una maliciosa sonrisa. Increíblemente guapo. Sonrisa maliciosa. La miraba como si la conociera.
Demonio... Algo en su interior gruñó al verle. Eso si que era algo natural en un ángel.

-¿Que quieres?- le espetó.

((cada uno en una persona diferente xD yo en 1, tu en 3... que lioso... ))

Mi sonrisa se ensanchó. Hice ver que estaba pensando.
-¿Ya no puedo hablar con gente de por aquí? Oh, si que cambian las cosas para los demonios... nos teneís muy solos...-le puse morritos. Los ojos de ella eran azules, como los de todos los ángeles, claro, pero aquellos... Desprendían mucha humanidad. No parecía ángel.
"Mejor... más diversión..."

¿Pero de que va? Dios mío, que mal me cae. Y solo me ha dirigido una frase... Aunque es tan guapo... ¿Pero que digo? Es un demonio. Es su trabajo serlo.
Miranda le dirigió una mirada furiosa. No le gustaba que su cuerpo humano controlara tanto sus emociones. ¿El diablo ese era guapo? ¡Y que! Ella también lo era.
Eso no era lo que quería decir... esto me afecta.
Frunció el ceño.
-Nos os tenemos de ninguna forma. Si no fuerais tan... destructivos, pues podríamos vivir en paz- le miró con desprecio.- Aunque esa palabra no esté en tu diccionario.

-¿No está?-pasé mi dedo índice por su ceño, alisándolo.-Cuando dejes de enfadarte, enséñame su significado...-le guiñé un ojo. Me encantaba saber que en esos momentos estaría confundida...

Cuando tocó su piel, algo se estremeció en ella. Se separó rápidamente de él.
-¡Ya basta! ¿No tienes a nadie más a quién molestar? Dios, que cansino eres. Vete de aquí y dejame tranquila.- él volvió a acercarse, así que le empujó con las manos.- ¡Vete!- chilló.

Me reí en su cara. La verdad, a esas horas habría más gente, mucha más a la que molestar, pero molestar a un angelito... Tan confundido... Era irresistible. Quién sabe, a lo mejor aparte de molestarla, podía conseguir algo más... Reí de nuevo.

-Sé que no tienes nada mejor que hacer. ¿Que te cuesta que me quede aquí contigo?-me alejé un poco de ella, intentando mostrar que no venía a hacer nada más que estar un rato con ella.-Si a ti te afecta tu cuerpo, a mi también, que lo sepas...- le susurré. Señalé una mesa con la cabeza.

Miranda sabía que si le decía que no, la molestaría eternamente. Y una eternidad es mucho. Suspiró, resignada.
-No te creo nada, pero eres libre de hacer lo que te venga en gana.- le señaló con el dedo.- Pero mantente alejado de mi.
Sin pararse a ver la reacción del demonio, Miranda se dirigió a la nevera donde se guardaban las bebidas. Cogió una botella de agua.

-Pásame una cerveza.- le dije, mientras me sentaba en la mesa. Puse los pies encima de la mesa, con las manos en la nuca. Ladeé la cabeza, mirando como ella se agachaba para coger las cervezas, en el último estante.

-Por cierto... ¡gracias por las fantásticas vistas!- me reí de nuevo, a carcajadas.

Miranda se sonrojó lo indecible. Con un brusco gesto, cogió la cerveza y la botella de agua. Con paso firme, se dirigó a la mesa, le tiró la cerveza (que pudo coger, para desgracia suya) y se sentó en la silla más alejada que encontró. Abrió cuidadosamente su botella de agua y bebió un pequeño trago. El líquido bajó por su garganta, pero no le alivió la sed, porque no tenía.
-Haber si te emborrachas y me dejas tranquila de una vez.

Reí de nuevo. Me estaba divirtiendo de lo lindo. Mordiendo la chapa, abrí la cerveza. Yo también bebí.

-Bueno, tenemos toda la eternidad para molestarnos mutuamente.-levanté la cerveza, y desde lejos, brindé.- Celebremoslo.-bebí de nuevo, vigilando su reacción.

Miranda se quedó mirando fijamente al imbécil del demonio que tenía seis sillas cerca. Bueno, ella también podía divertirse un poco a su costa, ¿no?
Cogió su agua y brindó con él.
-Tienes razón, una eternidad para "molestarnos"... Es algo digno de celebración.- se levantó y se dirigó hacia él. Pasó por detrás suyo, acariciándole la nuca. Se sentó al lado de sus piernas, en la mesa.

¿Porque su tacto podía ser tan... irresistible? ¿Y que hacia un ángel como ella haciendo eso? A lo mejor era de verdad que su cuerpo controlaba un poco su alma humana. Quizá mis simples intentos de confundirla habían dado efecto. Aunque era mejor asegurarse. Saqué las piernas de la mesa y, apoyando una mano en cada lado de su cuerpo, me acerqué más.

-Me pregunto como podríamos celebrarlo...-levanté una ceja, un gesto que algunas chicas consideraban... "sexy".-¿Como te llamas?

En ese momento, Miranda estaba demasiado enfrascada en su intento de broma como para darse cuenta que meterse en la boca del lobo no era una opción recomendable. Así que se acercó más aún.
-Miranda... supongo que te sirve el nombre de pila...-se acercó a su oreja y susurró.- ¿Y tú, demonio?

Estaba tan cerca que se me puso la carne de gallina. No me gustaba esa sensación. Era yo quien solía provocarla. No un ángel novato.

-Ian. También te sirve el de pila. Y ahora, Miranda...-esperaba pillarla de sorpresa. Solo era una inocente ángel. Giré la cara y le di un beso.

((pues si que vas lanzado majo ))

Vale, eso había sido inesperado. No, viniendo de un demonio... Pero ese día, Miranda no estaba muy intuitiva. En cuanto Ian se separó para "tomar aire" (Miranda repimió una arcada) sacó una violencia que no solía sacar y le dió un puñetazo en toda la boca a Ian. Se oyó un crujido espantoso.
Es imposible que le haya roto algo... Inmediatamente, la mano golpeadora empezó a dolerle una barbaridad.

-¡Mierda!- en ese momento se podía permitir decir alguna que otra vulgaridad.- ¡Me he roto la mano! ¡Mierda!- una más no es para tanto.

El sabor a hierro me inundó la boca.

-¿¡Pero de que coño vas?! Joder, aléjate de mi.- dije, empujandola lejos. Ella seguía mirandose la mano.- Ángel mimado, ¿nunca habías pegado a nadie? Que pena.- me acerqué a ella, le cogí la mano y se la apreté fuertemente.- ¿Te duele? Ooh, pobrecita...

Gritó cuando él le apretó la mano. Le empujó, sin fuerza, pero Ian se apartó. Lo primero que hizo en cuanto se alejó fue intentar curarse a se misma, pero al ser un ángel, no podía. Como no, solo podía curar a otros.

-Demonio, aléjate de mi.- dijo, entre dientes. Sujetandose la mano con la otra, se dirigió a la salida.

Me pasé un dedo por el labio. Me lo había roto. Cuando pasó a mi lado para salir, me acerqué a su oído.

-La próxima vez, déjate besar.- susurré. Me devolvió una mirada... Un ángel no debería de mirar así. Me reí.- ¿Te importa que te... "cure"?-todavía riendo, le cogí la mano con delicadeza y empecé a soltar energía.

Ian había echo el mismo movimiento que Miranda cuando curaba a alguien. Lo malo es que Ian no era un ángel. Él, en vez de curar, provocaba dolor.

-¡PARA!- sentía como si le quemaran la mano.- ¡PARA, ÍMBECIL!- se soltó de nuevo. Ian no paraba de reír.

-Ya veo que no eres tan inocente...

-¡Déjame en paz!

Ian no paraba de reír. Intentando controlarse, Miranda se fue del comedor.

Ojalá no le vuelva a ver en mi larga vida. Una lágrima de dolor se deslizó por su mejilla.


((cerramos ))

ok xD


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